lunes, 15 de marzo de 2010

Los ruidos de mi infancia

Tengo suerte porque vivo y trabajo en lugares muy tranquilos y los ruidos son soportables si no es así los vecinos llaman a la policía.

Pienso en los ruidos durante las noches cuando era pequeña en Rwanda.
Cuando era niña y despuès que mi padre murío, las noches estaban llenas de miedo y de angustia. Los cuentos de las tías que hablaban de leopardos o de léones que se acercaban de las casas al anochecer fueron probablemente la razón por la que nosotros los niños teniamos miedo.

Las guerras sucesivas (conflictos interétnicos) despuès los años 59 no ayudaron a mejorar la situacíon. Toda la noche, la gente escuchaba por si las moscas un animal salvaje se acercara o si un cualquier enemigo atacara la casa.

De noche, si oíamos un grito de hombre que necesitaba ayuda, cada persona mayor (un hombre de preferencia) debía levantarse y correr hasta la casa de la persona para ayudarla.

A veces era una persona muerta o una mujer a punto de dar a luz que necesitaba hombres fuertes para trasladarla al hospital (fuera de cuantos kilómetros) sobre una camilla o una casa que estaba quemando.

Los gritos de sapos en los pantanos o de aves nos despertaban por la madrugada.

Muchas personas se acuerdan de la noches de Navidades con nostalgia. Pero hasta donde llegan mis recuerdos, esas noches erán muy peligrosas para una categoria de la poblacíon que medía al oír los gritos de hobres borrachos volviendo de a misa de gallo. No sabía lo que podrían hacer.

Siempre tuve miedo de la noche hasta que llegué a Belgíca.

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